En un “plis” “plas” ha pasado casi el mes de julio y sin darme cuenta dentro de nada estará aquí agosto. Este comentario viene por que ayer en el trabajo me dieron la hoja con los turnos para ese mes y en lugar de ponerme contenta, se apoderó de mi el abatimiento y la tristeza, ya que era la última tarde que pasaba con ellos, a partir de hoy sólo trabajaré de noches; en total doce noches en el mes de agosto.
Hay mucha gente que prefiere ese turno porque los niños duermen y además de tener más días libres pagan más, pero yo que debo de ser algo diferente, no se me quitaba de la cabeza que era la última tarde que pasaba con ellos, que los vería jugar al corro de la patata, cantar la canción de la luna, hacer los abrazos cooperativos, que es abrazarnos todos juntos, algo que a ellos personalmente les encanta, hacerles los bocatas de la merienda repletos de chocolate, como les gusta a ellos,…
En fin, las cosas cambian y hay que aceptarlas con optimismo, siempre puedo ir alguna tarde para verlos, aunque no me toque trabajar,…
Hay que ver cuanto amor te puede y puedes dar a un niño; para mi es una de las mejores cosas que hay en la vida, cuando te miran a los ojos y te dicen “te quiero”, mientras te dan un abrazo; pero cuidado en cuanto eso lo hace uno, es como una enfermedad que se contagia y empiezan todos a decirte “Alejandra, yo también quiero” y entonces me siento como una madre de familia numerosa, repartiendo besos y abrazos por doquier. No hay nada más gratificante que un abrazo, pienso que es algo imprescindible y que sin darnos cuenta por dejadez o por vergüenza no hacemos.