domingo, 30 de mayo de 2010

Odisea con una bici para cuatro personas.


Después de comer nos dispusimos a realizar una ruta turística por la zona.
No os he contado que contando a toda mi familia, formamos un grupo de 19 personas, con lo que ello conlleva, cada vez que tenemos que trasladarnos, formamos una odisea, tú en este coche, el otro que vaya con tal…
La cuestión es que Alex y yo terminamos en la parte de atrás del coche de una de mis hermanas en compañía de mi ahijada, Victoria.
El lugar merecía la pena, habían unos puestos específicos desde los cuales se podían observar las diferentes clases de aves que habitan en la zona. 

Había también como un pequeño corral con todo tipo de animales: conejos, gallinas,…hasta un pavo real espectacular.



Pero lo que más me llamo la atención es que disponían de bicis, normales para una persona y hasta para seis, y ¿Qué creéis que hicimos?, alquilamos una bici para seis personas, pero que realmente sólo pedalean cuatro y por si fuera poco en lugar de seis terminamos siendo siete, porque ¡no podía faltar mi “sobri”, de casi tres añitos!, ¿sabéis dónde lo pusimos?, delante en una cesta que tenia la bici, sujeto con un cinturón de seguridad, parecía allí colocado un mascarón de proa.

Para animar aún más la situación hacia un aire del copón, pero eso no hizo que desfalleciesen nuestras ganas, y empezamos a pedalear aquello, porque con todos encima parecía de todo menos una bici. Cuando empezamos a pedalear no podíamos, mis sobrinas decían a la de tres todos a pedalear, y cuando llegaba el momento, ala a hacer fuerza, hacia tanta fuerza que desviaba hasta el volante y la persona que estaba a mi lado me tenía que gritar: ¡Alejandra, que nos estampamos!, y claro si nos estampábamos significaba que íbamos a parar a un arrozal fijo.
La cuestión es que allí en un momento todo eran gritos y risas; mi hermana Elena gritaba: ¡qué nos caemos al agua! Y mi sobrino el peque que iba en la cestita de delante con todo el pelo levantado del viento le contestaba todo cabreado a mi hermana: ¡No!. Eso hacia que mi hermana continuara, lo que hacia que yo me pusiese a reír, por lo que perdía fuerza y claro dejaba de pedalear y entonces, mi sobrina Victoria me decía: ¡Tía no pares, sigue que sino no avanzamos!. Cuando llegábamos a una cuesta yo decía, ¡vamos no paréis!, y cuando ya estábamos a punto llegar al final, perdíamos las fuerzas y la bici empezaba a ir para atrás en lugar de hacia delante. Bueno una situación de lo más graciosa que os podáis imaginar.

Como podréis imaginar no pudimos hacer todo el trayecto, porque a parte de nuestra poca capacidad física, el viento lo teníamos de cara y se hacia imposible continuar, por lo que tuvimos que dar la vuelta al chisme ese.
Cuando casi estábamos llegando, una bici con dos personas y un niño nos intentaba adelantar por la derecha, nosotras nos picamos e hicimos una carrera con ellos a ver quien llegaba el primero, pero la cosa no quedó muy clara…

3 comentarios:

  1. ¡Vaya espectáculo!, a mí también me hubiera dado el ataque de risa y con él, la flojera. Muy chuli Alejandra, besets bonica!

    ResponderEliminar
  2. ¿como q no quedo muy clara la llegada??? jajaja....

    ResponderEliminar
  3. Lorena: me alegro que te guste, el momento no tuvo desperdicio, me meaba de la risa.

    Anonimo:
    La verdad es que ganamos nosotros, pero me han dicho que hay un video por ahí que demuestra lo contrario, cuando tenga el video lo subiré para que juzguéis por vosotros mismos.

    ResponderEliminar